
05 Oct No me gustan las banderas
No me gustan las banderas. A mí no me mueven el alma. No me representan. O así lo entiendo yo porque soy bastante desarraigada. La bandera de España sólo me emociona cuando sube lenta y en primer plano en la tele y suena el himno en las Olimpiadas -y eso sucede mucho menos de lo que me gustaría-. O cuando salgo de viaje al extranjero y me sorprendo sonriendo y saludando a alguien que la lleva o la evoca.
Soy valenciana y los catalanes siempre me han caído bien. Me gusta la gente que quiere a su tierra. Siempre he pensado que mis vecinos eran trabajadores, honrados, creativos y muy avanzados. Y puedo asegurar que ambos pueblos hablamos la misma lengua, se llame como se llame. Si hablo valenciano en Barcelona me entienden. Perfectamente. -Defender este argumento me cuesta muchos disgustos con mis paisanos-.
Soy roja y de izquierdas. De toda la vida. Todavía soy de esas personas que se exalta cuando ve a la policía pensando que me parará porque he hecho algo que no debería…
Amo la democracia. Por encima de muchas cosas. Siento un nudo en el estómago cada vez que deposito un voto en la urna y el presidente de la mesa dice mi nombre acompañado de un “vota” que me hace sentir “muy importante”. Y siento mucha rabia cuando los elegidos no son los que yo esperaba. Mucha.
No me gusta escribir sobre política porque no tengo la formación necesaria como para aportar algo bueno. O, simplemente, algo. Pero lo que sí puedo hacer es escribir lo que me venga en gana, siempre que me venga en gana.
Estos días me gusta la bandera de España. Me ha costado muchos años entender que esta es mi bandera. La bandera de mi país. Que no tiene ideología y que si me siento bien al verla no soy facha.
Los catalanes me siguen cayendo bien, pero sus dirigentes no. Son cobardes, prepotentes, mentirosos y han conseguido, con mucho trabajo, exaltar a los que, legítimamente, quieren un estado independiente.
Mariano Rajoy me cae mal porque ha demostrado que no está a la altura de ser el presidente de España. Ni de lejos. Dio órdenes que no debería. El día 1 de octubre no debería haber existido tal y como sucedió. Ni de lejos. La policía tiene un difícil papel en esto. Muy complicado. Las cargas excesivas… la violencia excesiva… imposible de entender… A la vez que obedecen órdenes…
Amo la democracia y ver como un mamarracho insta a votar a un pueblo sin las mínimas garantías me revuelve las tripas. Porque si los catalanes quieren ser independientes tendrán que cumplir la ley. En ella se basa la democracia. Tienen los instrumentos necesarios para hacerlo, con calma, cumpliendo con lo establecido que es igual para todos. Esto no es una república bananera. Esto es un país. Y nos ha costado mucho llegar hasta aquí en paz.
Virginia Vivó