
20 Jul Placeres estivales
La fresca, un buen libro, un paseo a la orilla del mar, un chapuzón, escuchar el fluir del río que pasa por tus pies mientras dormitas en una hamaca, una cerveza bien fresca, las tapas, el reencuentro con las amigas y amigos de cada verano, la paella en familia, la fideuà en la playa, la verbena, las noches largas, los recuerdos cortos, la risa abierta de la infancia y sus carreras, la siesta, el cine de verano bocadillo en mano, la horchata, la bici, el paseo a la luz de la luna, las perseidas o lágrimas de San Lorenzo, la fuente de todos los agostos, las brasas, los disfraces, el tinto de verano, un buen vino descorchado entre amigas, las excursiones, una tertulia de mediodía sobre anécdotas familiares, una tertulia a media noche con la amistad sobre el mantel, un guiño a quienes se fueron en forma de olivo, olla, perfume, el desmelene de una noche, el madrugar para respirar árboles, las confidencias, el almuerzo tras la caminata, una buena partida de cartas (truc a ser posible), una canción, una poesía, las evocaciones, un buen gin tonic, una declaración de intenciones, de cariños, de homenaje, el suplemento del periódico, la revista, las maletas, las fotos, coger moras, un destino nuevo, un rincón descubierto, los fuegos artificiales, el fuera artificios, una ducha fría, una fiesta, el pan recién del horno, un momento para dos, la crema para refrescarte del sol, comida de madre o de padre, lágrimas de risa, lágrimas de añoranza, carcajadas que se contagian, fruta de verano, música, charanga, procesión, ofrenda, magia, cucañas, escenario, chocolate en la plaza, sandalias, gorros de paja, brillo en la mirada y el horizonte revuelto de recuerdos y retos. Y amor, mucho amor, siempre amor.
Son algunos de los placeres estivales, la estación dormida que nos despierta a la vida.
Feliz verano
Marina IZQUIERDO