13 orquídeas blancas

Hace un mes y unos días que ya no se sienta en ese sillón, siempre flanqueado por su «Piruleta”. Y me duele. Me duele mucho.

Hace un mes y unos días que no cantamos juntas por las mañanas y no se despide cada noche con un “bona nit cresol que la llum s’apaga”.

Hace un mes y unos días que mi hijo Jorge no le hace rabiar y le pide que se saque la dentadura porque sin ella está más guapa.

Hace un mes y unos días que cuando entro en casa corriendo no grito Tiaaaaaaaaaaaaaa y ella me contesta con un “aquí estoyyyyyyy”.

Hace un mes y unos días que no la puedo ver, aunque puedo sentirla cerca. Justo frente a su sillón han florecido 13 orquídeas maravillosas. Y sé que está cerca, a mi lado. Que no me va a dejar. Que no nos va a soltar de la mano nunca: en ella la palabra LEALTAD se queda pequeña…

La vida nos regala momentos maravillosos y a nosotros nos la regaló a ella. Con su mal genio, con su risa contagiosa, con su humor inteligente, con sus recuerdos crueles de una guerra perdida. Nos regaló sus manos gorditas y sus besos calientes. Su mirada de niña y sus aventuras soñadas… Nos regaló su fortaleza, su poder, su generosidad, su entrega.

Se despidió cantándole a la Eva María de una playa lejana y me ordenó que en su despedida bailásemos un chachachá mientras brindábamos por la vida.

Te quiero tía.

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